Entendemos como domótica (del latín “domus”, casa y del griego “tica”, que funciona por sí sola) al conjunto de sistemas y tecnologías que permiten controlar y automatizar de manera inteligente los sistemas eléctricos y electrónicos de una vivienda. Gracias a ésto, se consigue una gestión eficiente en varios ámbitos: uso de la energía, seguridad, comunicación, confort, etc.
El sistema domótico recoge información del entorno mediante sensores, la procesa y actúa emitiendo una señal que permite al aparato conectado al sistema efectuar una acción:
levantar una persiana o encender la cafetera, por ejemplo. Además el
sistema tiene la capacidad de acceder a redes externas de información,
por lo que se puede efectuar un control total de la vivienda desde una ubicación remota.
La domótica es un término aplicado únicamente a viviendas, siendo más correcto utilizar el término “inmótica” para otro tipo de estancias como hoteles, hospitales, oficinas, etc.
¿Cómo funciona?
Un sistema domótico está formado por 3 tipos de dispositivos que interactúan entre sí:
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Sensores: El sensor es el dispositivo que examina el entorno y capta la información de entrada al sistema. Algunos tipos de sensores son los detectores de presencia, de humo, de lluvia, de viento, de luz, etc.
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Controladores: Un controlador es el dispositivo que recibe la información extraída por el sensor y la gestiona enviando la instrucción al actuador correspondiente. Se podría decir que es el “corazón” del sistema domótico.
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Actuadores: Un actuador es el dispositivo que recibe la información de un controlador y efectúa una acción sobre un sistema o aparato concreto. Es el encargado por ejemplo de activar la cafetera, de encender el motor que enrolla la persiana, etc.
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